“Durante el festival hay ese buen rollo en Xixón, ves un montón de buenas películas, la gente esta contenta, hasta se liga más” aunque parezca broma esta afirmación es la de muchos y alguna cinéfila o simplemente aficionada al cine que acude a alguna o a muchas de las propuestas cinematográficas, que de otro modo serían imposibles de ver en Asturias.
Es indudable que el Festival Internacional de Cine de Gijón es uno de los puntos de referencia del cine independiente, un festival que empezó en 1962 como festival de cine infantil y juvenil, y que hoy en día es uno de los indispensables del cine de autor.
El festival consta de varios ciclos, a demás de la sección oficial, algunos ya consolidados como el de “Enfants Terribles” dedicado a analizar el cine con los más jóvenes, y otros que comienzan su andadura como “Rellumes” (resplandor en asturiano) que complementa la competición con las nuevas reflexiones del cine de autor y por el que Cienfuegos, director del festival, apuesta fuertemente.
Por supuesto no faltaron cortometrajes en competición y fuera de ella, documentales y retrospectivas, este año a Fatih Akin, Harmony Korine, Aleksey Balabanov entre otros. Eso sí todos ellos coincidían en decir que estaban sorprendidos de que a su edad (una media de cuarenta y pocos años) les hiciesen retrospectivas, Fatih Akin pensaba que su mejor película estaba aun por hacer.
En la gala inaugural presentada por Raquel Sánchez-Silva y Juan Manuel Castaño se concedió el premio nacional de cinematografía Nacho Martínez a Ángela Molina, quien recordó al actor asturiano con el que trabajo en “La mitad del cielo”. La emoción se hizo visible en la actriz que lamento no poder estar presente durante el festival. En rueda de prensa declaro que ha aprendido y sigue aprendiendo siempre a disfrutar del trabajo bien hecho, de las recompensas y reconocimientos y también a saber perder, a tirar adelante cuando proyectos interesantes se quedan en el camino. Desea trabajar con los jóvenes directores: “de repente descubro personas con gran talento que cuentan contigo, son inocentes de lo que saben y lo saben”. Echa de menos el haber trabajo con tan pocas mujeres: Josefina Molina una de ellas, y confiesa desconocer las razones por las que hay muchas menos mujeres directoras, está de acuerdo en que se tomen medidas que cambien este hecho.
Pronto la veremos en su último trabajo, la serie “Gran Reserva”.
Durante el festival se pudo dialogar con Natalia Almada, directora del documental El General y con la Lucinda Torres, directora de cine asturiana que presentaba así su largo, aun sin rodar, Alegría: “lo que me inspiró para hacer el guión es un compendio de historias de la cuenca del Nalón , donde yo nací, recordamos a muchas mujeres que durante años parecen haber estado invisibilizadas, dentro del concejo, de la sociedad y sobre todo de la unidad cinematográfica.” Lucinda espera que la iniciativa del Ministerio de Cultura para apoyar a las mujeres cineastas sirva para que se muestren a las mujeres desde otra sensibilidad, sin los estereotipos clásicos del cine.
Marta Almada presento su documental, El general, que recorre la historia de Elías Calles, gobernador de México entre 1924 y 1928, desde la imprecisión, los recuerdos vagos y las contradicciones. Esta historia es contada por dos mujeres, su hija grabada en audio para un libro que al final no fue publicado y la propia Marta Almada, su biznieta: “cuando empecé pensé en que fuese mi papá el que contase la historia (voz en off), incluso hicimos alguna grabación, pero luego me pregunté por qué, si es un documental hecho por mujeres por qué no puede ser la mujer quien tenga esa voz. Me pareció una decisión feminista, que la mujer cuente lo que es también su historia. Esta es mi familia, es mi país y es mi historia.” Una manera de contar la historia desde los sentimientos, desde lo personal, huyendo de fechas y hechos de los libros de texto. Algunas voces dicen que esta es la manera de contar la Historia con las gafas violetas.
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